¿Por qué a mí? Pregunta en medio de las pruebas

¿Te has detenido a pensar que tus dificultades, en lugar de ser el final de tu historia, podrían ser el inicio de algo mucho más grande? Yo también he pasado por momentos donde sentí que no había salida, que el dolor y la confusión eran demasiado para soportar. Es en esos momentos oscuros donde más me pregunté: ¿por qué a mí? Pero con el tiempo, a través de la oración y la fe, Dios me mostró algo profundo: mis pruebas no eran castigos, sino parte de Su plan para hacer crecer algo hermoso dentro de mí.

Cada desafío, cada caída, y cada momento de debilidad, eran herramientas que Dios utilizaba para moldearme. No siempre entendí el proceso en el momento, y muchas veces me resistí, deseando que todo simplemente desapareciera. Pero Dios me recordó una y otra vez que "los planes que tengo para ustedes son planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza" Jeremías 29:11. Esa promesa me sostuvo cuando sentí que el peso de mis problemas era demasiado.

Y lo más sorprendente es que, cuando miro hacia atrás, veo que mis mayores dificultades fueron también los momentos donde Dios más creció en mi corazón. Mis heridas no fueron para destruirme, sino para abrir espacio a nuevas bendiciones. Las lágrimas que derramé no fueron en vano; cada una de ellas fue recogida por Dios, quien las usó para regar la tierra de mi vida, donde ahora florece un propósito mayor. "Sabemos que en todas las cosas Dios obra para bien de los que lo aman" Romanos 8:28. No fue fácil entender esto en el momento, pero hoy puedo ver cómo todo encaja perfectamente en Su plan.

¿Alguna vez has sentido que tu vida está fuera de control, que las dificultades te superan? Quiero decirte que en esos momentos donde más te cuesta ver la mano de Dios, es cuando más está trabajando. No dejes que el dolor o la duda te alejen de Su propósito. A veces, lo que parece una pérdida es en realidad el comienzo de una nueva etapa. El oro se purifica en el fuego, y así también nuestras almas se fortalecen en la adversidad.

Hoy, cuando miro mis cicatrices, no las veo como marcas de derrota, sino como recordatorios de la fidelidad de Dios. Cada una de ellas cuenta una historia, no de dolor, sino de transformación, de cómo Dios tomó lo que parecía ser el final y lo convirtió en un nuevo comienzo. ¿En qué parte de tu vida sientes que todo ha terminado? Confía, porque lo que parece ser el fin puede ser solo el prólogo de una obra mucho mayor.

Dios no ha terminado contigo. Él está escribiendo tu historia, y lo mejor aún está por venir.

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